La desdicha te separa, la felicidad te une
(Del Libro Alegría de OSHO)
La desdicha te separa; la separación te hace desdichado. Ambas
cosas van juntas; forman un solo paquete. Siempre que te sientes
desdichado, de repente te separas. Por eso el ego no puede permitirse ser feliz, porque si eres feliz el ego deja de existir, dejas de ser alguien aparte. El egoísta no puede permitirse ser extático. ¿Cómo va a permitírselo? Porque en el éxtasis el ego no está. Es demasiado para él. Prefiere seguir sufriendo. Provocará mil y una desdichas a su alrededor para seguir estando ahí. ¿Lo has observado? Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece. Cuando eres realmente feliz, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.
Cuando Buda era desdichado se fue al bosque, huyó del mundo. ¿ Qué ocurrió tras seis años? Cuando alcanzó el éxtasis regresó, volvió a la ciudad. Lo que había alcanzado había que compartirlo.
En medio de la desdicha eres como una semilla. En el éxtasis te
transformas en flor y, naturalmente, has de propagar tu fragancia a los cuatro vientos.
También puedes verlo en tu vida, a pequeña escala. Cuando eres
desgraciado cierras las puertas, no quieres ver a tus amigos. No quieres ir a ninguna parte, no quieres participar en nada. Dices: «Dejadme solo. Por favor, dejadme solo». Cuando alguien se siente sumamente desgraciado se suicida. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué es el suicidio? Es simplemente un esfuerzo por alejarse tanto del mundo que ya no se puede volver. Es llegar a la soledad absoluta, irrevocablemente, de modo que ya no puedes volver. En eso consiste el suicidio. ¿Sabes de alguien que se haya suicidado cuando era feliz, extático, cuando estaba bailando? No; cuando surge la danza, estallas, abres las puertas de par en par, llamas a tus amigos, a tus vecinos, y dices: «Venid. Voy a dar una fiesta. Vamos a bailar y a divertirnos. Tengo mucho que compartir y os lo quiero dar a vosotros». Y a quienquiera que llegue a tu puerta, lo recibes, le das la bienvenida. Todo el mundo es bien recibido cuando eres feliz. Cuando eres desgraciado, hasta los que antes eran siempre bienvenidos dejan de serlo.
cosas van juntas; forman un solo paquete. Siempre que te sientes
desdichado, de repente te separas. Por eso el ego no puede permitirse ser feliz, porque si eres feliz el ego deja de existir, dejas de ser alguien aparte. El egoísta no puede permitirse ser extático. ¿Cómo va a permitírselo? Porque en el éxtasis el ego no está. Es demasiado para él. Prefiere seguir sufriendo. Provocará mil y una desdichas a su alrededor para seguir estando ahí. ¿Lo has observado? Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece. Cuando eres realmente feliz, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.
Cuando Buda era desdichado se fue al bosque, huyó del mundo. ¿ Qué ocurrió tras seis años? Cuando alcanzó el éxtasis regresó, volvió a la ciudad. Lo que había alcanzado había que compartirlo.
En medio de la desdicha eres como una semilla. En el éxtasis te
transformas en flor y, naturalmente, has de propagar tu fragancia a los cuatro vientos.
También puedes verlo en tu vida, a pequeña escala. Cuando eres
desgraciado cierras las puertas, no quieres ver a tus amigos. No quieres ir a ninguna parte, no quieres participar en nada. Dices: «Dejadme solo. Por favor, dejadme solo». Cuando alguien se siente sumamente desgraciado se suicida. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué es el suicidio? Es simplemente un esfuerzo por alejarse tanto del mundo que ya no se puede volver. Es llegar a la soledad absoluta, irrevocablemente, de modo que ya no puedes volver. En eso consiste el suicidio. ¿Sabes de alguien que se haya suicidado cuando era feliz, extático, cuando estaba bailando? No; cuando surge la danza, estallas, abres las puertas de par en par, llamas a tus amigos, a tus vecinos, y dices: «Venid. Voy a dar una fiesta. Vamos a bailar y a divertirnos. Tengo mucho que compartir y os lo quiero dar a vosotros». Y a quienquiera que llegue a tu puerta, lo recibes, le das la bienvenida. Todo el mundo es bien recibido cuando eres feliz. Cuando eres desgraciado, hasta los que antes eran siempre bienvenidos dejan de serlo.
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