sábado, 4 de junio de 2016

Pregunta 2: ¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridasinfligidas hace tanto tiempo? (Del Libro Alegría de OSHO)

Pregunta 2:
¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridas infligidas hace tanto tiempo?
(Del Libro Alegría de OSHO) 
 
El ego existe en la desdicha; cuanto mayor es la desdicha, más se alimenta el ego. En los momentos de dicha el ego desaparece por completo, o lo que es lo mismo: si el ego desaparece, te inunda la dicha.
Si quieres el ego, no puedes perdonar, no puedes olvidar, sobre todo las heridas, los insultos, las humillaciones, las pesadillas. No sólo no puedes olvidar; lo exagerarás, lo llevarás al límite. Olvidarás todo lo hermoso que te ha ocurrido en la vida, no recordarás los momentos de alegría; al ego no le sirven de nada. La alegría es como un veneno para el ego, y la desdicha, como una dosis de vitaminas.
Tienes que comprender el mecanismo del ego. Si intentas perdonar, no es un verdadero perdón. Con un poco de esfuerzo, conseguirás reprimir; nada más. Sólo puedes perdonar cuando comprendes la
estupidez del juego que se desarrolla en tu mente. Hay que comprender ese absurdo hasta el final, porque si no reprimirás algo por un lado y empezará a salir por otro. Lo reprimirás de una manera, y asomará de otra manera, a veces con tal sutileza que te resultará casi imposible reconocerlo, reconocer que es la misma vieja estructura, tan renovada, tan reformada, que parece casi nueva.
El ego vive en lo negativo, porque es fundamentalmente un fenómeno negativo: existe gracias a decir no. El no es el alma del ego. Y ¿cómo puedes decir no a la dicha? Puedes negarte a la desdicha, puedes negarte a los sufrimientos de la vida. Pero ¿cómo decir no a las flores, a las estrellas, a las puestas de sol y a todo lo que es bello, divino? Pues la vida desborda de esas cosas, está llena de rosas, pero tú te empeñas en coger las espinas; has invertido mucho en esas espinas. Por un lado dices:
«No, no quiero tanta infelicidad», y por otro lado te aferras a ella. Y llevan siglos predicando que perdonemos.
Pero el ego puede vivir gracias al perdón, puede empezar a alimentarse de nuevo gracias a esa idea: «He perdonado. He perdonado incluso a mis enemigos. No soy una persona normal y corriente». Y no lo olvides: uno de los fundamentos de la vida consiste en que la persona normal y corriente es la que piensa que no lo es; la media de la población piensa que no lo es. En cuanto reconozcas que eres normal y corriente, te saldrás de lo normal y corriente. En cuanto aceptes tu ignorancia, habrá entrado el primer rayo de luz en tu ser, habrá brotado la primera flor. Falta poco para la primavera.
 Jesucristo tiene razón cuando dice que perdonemos, pero se le interpreta mal desde hace siglos. Buda dice lo mismo; todos los que han despertado dicen lo mismo. Naturalmente, pueden diferir en la lengua, en la edad, en la época, porque son personas distintas y hablan lenguas distintas, pero lo esencial no puede ser diferente. Si no puedes perdonar, eso significa que vivirás con tus enemigos, con tus heridas, con tus dolores.
De modo que por un lado quieres olvidar y perdonar, porque la única forma de olvidar es perdonar -si no perdonas no puedes olvidar-, pero por otro existe una relación más profunda. A menos que comprendas esa relación, ni Jesucristo ni Buda te servirán de ayuda. Recordarás sus hermosas palabras, pero no pasarán a formar parte de tu modo de vida, no circularán por tu sangre, por tus huesos, por tu médula. No formarán parte de tu clima espiritual; te resultarán ajenas, algo impuesto desde fuera; al menos te atraen intelectualmente por su belleza, pero en lo existencial seguirás viviendo como siempre.
Por eso no te aconsejo que perdones. No digo que ames y no odies. No digo que abandones todos tus pecados y te hagas virtuoso. La humanidad ha intentado todas esas cosas y no lo ha conseguido. Mi tarea es completamente distinta. Lo que yo digo es: lleva la luz a tu ser. No te preocupes por esos fragmentos de oscuridad.
Y en el centro mismo de la oscuridad está el ego. El ego es el centro de la oscuridad. Tienes que encender la luz —con el método de la meditación-, hacerte más consciente, estar más alerta. Si no, seguirás reprimiendo, y cuando algo se reprime hay que reprimirlo una y otra vez.
Pero es un ejercicio inútil, completamente inútil. Volverá a surgir de cualquier otra parte. Encontrará otro punto más débil.
Has preguntado:
«¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridas infligidas hace tanto tiempo?».
Por la sencilla razón de que es todo lo que tienes, y sigues jugueteando con tus viejas heridas para que se mantengan recientes en el recuerdo. Jamás dejarás que cicatricen.
Hay personas que pueden seguir haciendo las cosas que detestan. Viven en el odio. Siguen ahondando en las heridas, de modo que nunca podrán cicatrizar; no dejan que cicatricen; su vida entera depende del pasado.
A menos que empieces a vivir en el presente, no serás capaz de olvidar y perdonar el pasado. No te recomiendo que olvides y perdones todo lo que te ha ocurrido en el pasado; no te lo aconsejo. Lo que digo es lo siguiente: vive en el presente. Ése es el enfoque positivo de la existencia, vivir en el presente. Es otra forma de decir que tengas una actitud más meditativa, que seas más consciente, que estés más alerta, porque cuando eres consciente, cuando estás alerta, vives en el presente.
La consciencia no puede estar ni en el pasado ni el futuro. La consciencia sólo sabe del presente. La consciencia no sabe del pasado ni del futuro; sólo tiene un tiempo verbal: el presente. Sé consciente, y a medida que vayas disfrutando del presente, a medida que sientas la dicha de estar en el presente, dejarás de caer en esa estupidez que hace todo el mundo.
Dejarás de volver al pasado. No tendrás que olvidar y perdonar; eso desaparecerá sin más. Te sorprenderá... ¿Adonde ha ido a parar todo eso? Y en cuanto deja de existir el pasado, también desaparece el futuro.

Pregunta 1: ¿Por qué no nos dejamos de sufrimientos, de ignorancia e infelicidad? ¿Cómo pueden ser dichosos y felices los seres humanos? (Del Libro Alegría de OSHO)

Pregunta 1:
¿Por qué no nos dejamos de sufrimientos, de ignorancia e
infelicidad? ¿Cómo pueden ser dichosos y felices los seres humanos?
(Del Libro Alegría de OSHO) 


EL SUFRIMIENTO PUEDE DARTE muchas cosas que no te da la
felicidad. Aún más; la felicidad te quita muchas cosas. La felicidad te quita todo lo que has tenido, todo lo que has sido; la felicidad te destruye. El sufrimiento nutre tu ego, y la felicidad es fundamentalmente un estado en el que no existe el ego. En eso radica el problema, el quid de la cuestión.
Por eso les resulta tan difícil a las personas ser felices. Por eso hay
millones de personas en el mundo que tienen que vivir en la desdicha..., que han decidido vivir en la desdicha. Proporciona un ego muy cristalizado. Desdichado, eres. Feliz, no eres. En la desdicha se produce la cristalización; en la felicidad te difuminas.
Si se comprende esto las cosas resultan muy claras. La desdicha te
hace especial. La felicidad es un fenómeno universal, no tiene nada de especial. Los árboles son felices, como son felices los pájaros y los demás animales. La existencia entera es feliz, salvo el hombre. Al ser desdichado, el hombre se convierte en algo muy especial, extraordinario.
Con la desdicha puedes llamar la atención de la gente. Siempre que
estás triste te hacen caso, te quieren, te comprenden. Todos cuidan de ti.
¿Quién querría hacerle daño a una persona desdichada? ¿Quién envidia a una persona desdichada?
Cuando estás enfermo, deprimido, los amigos vienen a verte, para
consolarte, para animarte. Cuando eres feliz, esos mismos amigos te
envidian. Cuando eres realmente feliz, descubrirás que el mundo entero se vuelve contra ti.
A nadie le gustan las personas felices, porque esas personas hieren
el ego de los demás. Los demás piensan: «Conque tú eres feliz y los
demás seguimos arrastrándonos en medio de la oscuridad, el sufrimiento, el infierno. ¿Cómo te atreves a ser feliz mientras nosotros sufrimos tanto?».
Observa tu desdicha y descubrirás cosas fundamentales. Te
proporciona respeto. La gente es más amable contigo, más comprensiva.
Si eres desdichado tendrás más amigos. Vivimos en un mundo muy
extraño; algo va mal. No debería ocurrir eso; la persona feliz debería tener más amigos. Pero sé feliz y verás cómo la gente te envidia y deja de ser amable. Se sienten engañados; tú tienes algo a lo que ellos no pueden acceder. ¿Por qué eres feliz? De modo que en el transcurso de los siglos hemos aprendido un sutil mecanismo para reprimir la felicidad y expresar el sufrimiento. Se ha convertido en nuestra segunda naturaleza.
Hay que abandonar ese mecanismo. Aprende a ser feliz, aprende a
respetar a las personas felices y a prestarles más atención. Sería un gran servicio a la humanidad. No seas demasiado comprensivo con las personas desgraciadas. Ayúdalas, pero no seas comprensivo. No les hagas pensar que la desdicha es algo que vale la pena. Dales a entender que las ayudas, pero no por respeto, sino simplemente porque se sienten tan mal.
Y no estarás haciendo nada; simplemente intentar sacar a esa persona de su desdicha, porque la desdicha es fea. Que esa persona comprenda lo fea que es la desdicha, que ser desdichado no es algo virtuoso, que no está prestando un gran servicio a la humanidad.
Sé feliz, respeta la felicidad y ayuda a la gente a comprender que la
felicidad es la meta de la vida. Siempre que veas a alguien dichoso,
respétalo; es una persona sagrada. Y siempre que notes que una reunión de personas es dichosa, festiva, considérala sagrada.

La desdicha te separa, la felicidad te une (Del Libro Alegría de OSHO)

La desdicha te separa, la felicidad te une
(Del Libro Alegría de OSHO) 


La desdicha te separa; la separación te hace desdichado. Ambas
cosas van juntas; forman un solo paquete. Siempre que te sientes
desdichado, de repente te separas. Por eso el ego no puede permitirse ser feliz, porque si eres feliz el ego deja de existir, dejas de ser alguien aparte. El egoísta no puede permitirse ser extático. ¿Cómo va a permitírselo? Porque en el éxtasis el ego no está. Es demasiado para él. Prefiere seguir sufriendo. Provocará mil y una desdichas a su alrededor para seguir estando ahí. ¿Lo has observado? Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece. Cuando eres realmente feliz, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.
Cuando Buda era desdichado se fue al bosque, huyó del mundo. ¿ Qué ocurrió tras seis años? Cuando alcanzó el éxtasis regresó, volvió a la ciudad. Lo que había alcanzado había que compartirlo.
En medio de la desdicha eres como una semilla. En el éxtasis te
transformas en flor y, naturalmente, has de propagar tu fragancia a los cuatro vientos.
También puedes verlo en tu vida, a pequeña escala. Cuando eres
desgraciado cierras las puertas, no quieres ver a tus amigos. No quieres ir a ninguna parte, no quieres participar en nada. Dices: «Dejadme solo. Por favor, dejadme solo». Cuando alguien se siente sumamente desgraciado se suicida. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué es el suicidio? Es simplemente un esfuerzo por alejarse tanto del mundo que ya no se puede volver. Es llegar a la soledad absoluta, irrevocablemente, de modo que ya no puedes volver. En eso consiste el suicidio. ¿Sabes de alguien que se haya suicidado cuando era feliz, extático, cuando estaba bailando? No; cuando surge la danza, estallas, abres las puertas de par en par, llamas a tus amigos, a tus vecinos, y dices: «Venid. Voy a dar una fiesta. Vamos a bailar y a divertirnos. Tengo mucho que compartir y os lo quiero dar a vosotros». Y a quienquiera que llegue a tu puerta, lo recibes, le das la bienvenida. Todo el mundo es bien recibido cuando eres feliz. Cuando eres desgraciado, hasta los que antes eran siempre bienvenidos dejan de serlo.

Sé más corazón y menos cabeza (Del Libro Alegría de OSHO)

Sé más corazón y menos cabeza
(Del Libro Alegría de OSHO) 
 
 
Sé más corazón y menos cabeza. La cabeza es solamente una parte
de ti; el corazón, en el sentido que yo le doy a la palabra, es todo tu ser.
El corazón es tu totalidad, de modo que cuando funcionas en tu totalidad funcionas con el sentimiento. Cuando funcionas parcialmente, lo haces con la cabeza.
Observa a un pintor pintando; ésa es la diferencia entre un verdadero artista y un técnico. Si el pintor es un simple técnico que
conoce la técnica de la pintura, que sabe cómo hacer las cosas, que sabe de colores, pinceles, lienzos y que ha realizado el aprendizaje, funcionará con la cabeza. Será un técnico. Pintará, pero sin poner todo de sí en la pintura. Observa a un verdadero artista que no es un técnico. Se ensimismará en la pintura, como borracho. No sólo pintará con la mano, ni sólo con la cabeza. Pintará con todo su ser, con las entrañas, participarán sus pies, su sangre, sus huesos, su médula, todo en él participará. Puedes observarlo, verlo, sentirlo, que está plenamente en su tarea, perdido. No existe nada más. Está borracho. En ese momento, deja de ser. No es un hacedor. La cabeza es hacedora. En ese momento de ensimismamiento absoluto, no es hacedor; es un conducto, como si el todo pintara a través de él.
Cuando te encuentras con un bailarín, un verdadero bailarín, no un
simple intérprete, verás que no baila. En él baila algo del más allá. Está completamente metido en ello. Cuando estás completamente metido en algo, vives el éxtasis. Cuando te metas parcialmente, seguirás siendo desdichado, porque una parte de ti se moverá al margen del todo. Se producirá una división, una escisión, una tensión, una angustia.
Si amas con la cabeza, tu amor no te proporcionará una experiencia
extática. Si meditas con la cabeza. Antes iba a nadar a un río, y me
encantaba. Siempre que volvía, me observaba un vecino mío y se daba cuenta de que estaba en éxtasis. Un día me preguntó:
-¿Qué ocurre? Siempre te veo ir al río, y te pasas allí horas nadando.
También voy a ir yo, porque pareces muy feliz.
Yo le dije:
-Por favor, no vayas. No lo entenderás, y el río se pondrá muy triste.
No, no vayas, porque tu motivación será una barrera. Nadarás, pero
estarás esperando a que te inunde esa sensación de felicidad. Nunca te ocurrirá, porque sólo ocurre cuando no eres.
Nadar puede ser meditación, como correr... cualquier cosa puede ser meditación si tú no eres. El éxtasis es algo del corazón, de la totalidad. Con «corazón» me refiero a la unidad orgánica, total.