sábado, 4 de junio de 2016

Pregunta 2: ¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridasinfligidas hace tanto tiempo? (Del Libro Alegría de OSHO)

Pregunta 2:
¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridas infligidas hace tanto tiempo?
(Del Libro Alegría de OSHO) 
 
El ego existe en la desdicha; cuanto mayor es la desdicha, más se alimenta el ego. En los momentos de dicha el ego desaparece por completo, o lo que es lo mismo: si el ego desaparece, te inunda la dicha.
Si quieres el ego, no puedes perdonar, no puedes olvidar, sobre todo las heridas, los insultos, las humillaciones, las pesadillas. No sólo no puedes olvidar; lo exagerarás, lo llevarás al límite. Olvidarás todo lo hermoso que te ha ocurrido en la vida, no recordarás los momentos de alegría; al ego no le sirven de nada. La alegría es como un veneno para el ego, y la desdicha, como una dosis de vitaminas.
Tienes que comprender el mecanismo del ego. Si intentas perdonar, no es un verdadero perdón. Con un poco de esfuerzo, conseguirás reprimir; nada más. Sólo puedes perdonar cuando comprendes la
estupidez del juego que se desarrolla en tu mente. Hay que comprender ese absurdo hasta el final, porque si no reprimirás algo por un lado y empezará a salir por otro. Lo reprimirás de una manera, y asomará de otra manera, a veces con tal sutileza que te resultará casi imposible reconocerlo, reconocer que es la misma vieja estructura, tan renovada, tan reformada, que parece casi nueva.
El ego vive en lo negativo, porque es fundamentalmente un fenómeno negativo: existe gracias a decir no. El no es el alma del ego. Y ¿cómo puedes decir no a la dicha? Puedes negarte a la desdicha, puedes negarte a los sufrimientos de la vida. Pero ¿cómo decir no a las flores, a las estrellas, a las puestas de sol y a todo lo que es bello, divino? Pues la vida desborda de esas cosas, está llena de rosas, pero tú te empeñas en coger las espinas; has invertido mucho en esas espinas. Por un lado dices:
«No, no quiero tanta infelicidad», y por otro lado te aferras a ella. Y llevan siglos predicando que perdonemos.
Pero el ego puede vivir gracias al perdón, puede empezar a alimentarse de nuevo gracias a esa idea: «He perdonado. He perdonado incluso a mis enemigos. No soy una persona normal y corriente». Y no lo olvides: uno de los fundamentos de la vida consiste en que la persona normal y corriente es la que piensa que no lo es; la media de la población piensa que no lo es. En cuanto reconozcas que eres normal y corriente, te saldrás de lo normal y corriente. En cuanto aceptes tu ignorancia, habrá entrado el primer rayo de luz en tu ser, habrá brotado la primera flor. Falta poco para la primavera.
 Jesucristo tiene razón cuando dice que perdonemos, pero se le interpreta mal desde hace siglos. Buda dice lo mismo; todos los que han despertado dicen lo mismo. Naturalmente, pueden diferir en la lengua, en la edad, en la época, porque son personas distintas y hablan lenguas distintas, pero lo esencial no puede ser diferente. Si no puedes perdonar, eso significa que vivirás con tus enemigos, con tus heridas, con tus dolores.
De modo que por un lado quieres olvidar y perdonar, porque la única forma de olvidar es perdonar -si no perdonas no puedes olvidar-, pero por otro existe una relación más profunda. A menos que comprendas esa relación, ni Jesucristo ni Buda te servirán de ayuda. Recordarás sus hermosas palabras, pero no pasarán a formar parte de tu modo de vida, no circularán por tu sangre, por tus huesos, por tu médula. No formarán parte de tu clima espiritual; te resultarán ajenas, algo impuesto desde fuera; al menos te atraen intelectualmente por su belleza, pero en lo existencial seguirás viviendo como siempre.
Por eso no te aconsejo que perdones. No digo que ames y no odies. No digo que abandones todos tus pecados y te hagas virtuoso. La humanidad ha intentado todas esas cosas y no lo ha conseguido. Mi tarea es completamente distinta. Lo que yo digo es: lleva la luz a tu ser. No te preocupes por esos fragmentos de oscuridad.
Y en el centro mismo de la oscuridad está el ego. El ego es el centro de la oscuridad. Tienes que encender la luz —con el método de la meditación-, hacerte más consciente, estar más alerta. Si no, seguirás reprimiendo, y cuando algo se reprime hay que reprimirlo una y otra vez.
Pero es un ejercicio inútil, completamente inútil. Volverá a surgir de cualquier otra parte. Encontrará otro punto más débil.
Has preguntado:
«¿Por qué es tan difícil perdonar, dejar de aferrarse a esas heridas infligidas hace tanto tiempo?».
Por la sencilla razón de que es todo lo que tienes, y sigues jugueteando con tus viejas heridas para que se mantengan recientes en el recuerdo. Jamás dejarás que cicatricen.
Hay personas que pueden seguir haciendo las cosas que detestan. Viven en el odio. Siguen ahondando en las heridas, de modo que nunca podrán cicatrizar; no dejan que cicatricen; su vida entera depende del pasado.
A menos que empieces a vivir en el presente, no serás capaz de olvidar y perdonar el pasado. No te recomiendo que olvides y perdones todo lo que te ha ocurrido en el pasado; no te lo aconsejo. Lo que digo es lo siguiente: vive en el presente. Ése es el enfoque positivo de la existencia, vivir en el presente. Es otra forma de decir que tengas una actitud más meditativa, que seas más consciente, que estés más alerta, porque cuando eres consciente, cuando estás alerta, vives en el presente.
La consciencia no puede estar ni en el pasado ni el futuro. La consciencia sólo sabe del presente. La consciencia no sabe del pasado ni del futuro; sólo tiene un tiempo verbal: el presente. Sé consciente, y a medida que vayas disfrutando del presente, a medida que sientas la dicha de estar en el presente, dejarás de caer en esa estupidez que hace todo el mundo.
Dejarás de volver al pasado. No tendrás que olvidar y perdonar; eso desaparecerá sin más. Te sorprenderá... ¿Adonde ha ido a parar todo eso? Y en cuanto deja de existir el pasado, también desaparece el futuro.

Pregunta 1: ¿Por qué no nos dejamos de sufrimientos, de ignorancia e infelicidad? ¿Cómo pueden ser dichosos y felices los seres humanos? (Del Libro Alegría de OSHO)

Pregunta 1:
¿Por qué no nos dejamos de sufrimientos, de ignorancia e
infelicidad? ¿Cómo pueden ser dichosos y felices los seres humanos?
(Del Libro Alegría de OSHO) 


EL SUFRIMIENTO PUEDE DARTE muchas cosas que no te da la
felicidad. Aún más; la felicidad te quita muchas cosas. La felicidad te quita todo lo que has tenido, todo lo que has sido; la felicidad te destruye. El sufrimiento nutre tu ego, y la felicidad es fundamentalmente un estado en el que no existe el ego. En eso radica el problema, el quid de la cuestión.
Por eso les resulta tan difícil a las personas ser felices. Por eso hay
millones de personas en el mundo que tienen que vivir en la desdicha..., que han decidido vivir en la desdicha. Proporciona un ego muy cristalizado. Desdichado, eres. Feliz, no eres. En la desdicha se produce la cristalización; en la felicidad te difuminas.
Si se comprende esto las cosas resultan muy claras. La desdicha te
hace especial. La felicidad es un fenómeno universal, no tiene nada de especial. Los árboles son felices, como son felices los pájaros y los demás animales. La existencia entera es feliz, salvo el hombre. Al ser desdichado, el hombre se convierte en algo muy especial, extraordinario.
Con la desdicha puedes llamar la atención de la gente. Siempre que
estás triste te hacen caso, te quieren, te comprenden. Todos cuidan de ti.
¿Quién querría hacerle daño a una persona desdichada? ¿Quién envidia a una persona desdichada?
Cuando estás enfermo, deprimido, los amigos vienen a verte, para
consolarte, para animarte. Cuando eres feliz, esos mismos amigos te
envidian. Cuando eres realmente feliz, descubrirás que el mundo entero se vuelve contra ti.
A nadie le gustan las personas felices, porque esas personas hieren
el ego de los demás. Los demás piensan: «Conque tú eres feliz y los
demás seguimos arrastrándonos en medio de la oscuridad, el sufrimiento, el infierno. ¿Cómo te atreves a ser feliz mientras nosotros sufrimos tanto?».
Observa tu desdicha y descubrirás cosas fundamentales. Te
proporciona respeto. La gente es más amable contigo, más comprensiva.
Si eres desdichado tendrás más amigos. Vivimos en un mundo muy
extraño; algo va mal. No debería ocurrir eso; la persona feliz debería tener más amigos. Pero sé feliz y verás cómo la gente te envidia y deja de ser amable. Se sienten engañados; tú tienes algo a lo que ellos no pueden acceder. ¿Por qué eres feliz? De modo que en el transcurso de los siglos hemos aprendido un sutil mecanismo para reprimir la felicidad y expresar el sufrimiento. Se ha convertido en nuestra segunda naturaleza.
Hay que abandonar ese mecanismo. Aprende a ser feliz, aprende a
respetar a las personas felices y a prestarles más atención. Sería un gran servicio a la humanidad. No seas demasiado comprensivo con las personas desgraciadas. Ayúdalas, pero no seas comprensivo. No les hagas pensar que la desdicha es algo que vale la pena. Dales a entender que las ayudas, pero no por respeto, sino simplemente porque se sienten tan mal.
Y no estarás haciendo nada; simplemente intentar sacar a esa persona de su desdicha, porque la desdicha es fea. Que esa persona comprenda lo fea que es la desdicha, que ser desdichado no es algo virtuoso, que no está prestando un gran servicio a la humanidad.
Sé feliz, respeta la felicidad y ayuda a la gente a comprender que la
felicidad es la meta de la vida. Siempre que veas a alguien dichoso,
respétalo; es una persona sagrada. Y siempre que notes que una reunión de personas es dichosa, festiva, considérala sagrada.

La desdicha te separa, la felicidad te une (Del Libro Alegría de OSHO)

La desdicha te separa, la felicidad te une
(Del Libro Alegría de OSHO) 


La desdicha te separa; la separación te hace desdichado. Ambas
cosas van juntas; forman un solo paquete. Siempre que te sientes
desdichado, de repente te separas. Por eso el ego no puede permitirse ser feliz, porque si eres feliz el ego deja de existir, dejas de ser alguien aparte. El egoísta no puede permitirse ser extático. ¿Cómo va a permitírselo? Porque en el éxtasis el ego no está. Es demasiado para él. Prefiere seguir sufriendo. Provocará mil y una desdichas a su alrededor para seguir estando ahí. ¿Lo has observado? Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece. Cuando eres realmente feliz, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.
Cuando Buda era desdichado se fue al bosque, huyó del mundo. ¿ Qué ocurrió tras seis años? Cuando alcanzó el éxtasis regresó, volvió a la ciudad. Lo que había alcanzado había que compartirlo.
En medio de la desdicha eres como una semilla. En el éxtasis te
transformas en flor y, naturalmente, has de propagar tu fragancia a los cuatro vientos.
También puedes verlo en tu vida, a pequeña escala. Cuando eres
desgraciado cierras las puertas, no quieres ver a tus amigos. No quieres ir a ninguna parte, no quieres participar en nada. Dices: «Dejadme solo. Por favor, dejadme solo». Cuando alguien se siente sumamente desgraciado se suicida. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué es el suicidio? Es simplemente un esfuerzo por alejarse tanto del mundo que ya no se puede volver. Es llegar a la soledad absoluta, irrevocablemente, de modo que ya no puedes volver. En eso consiste el suicidio. ¿Sabes de alguien que se haya suicidado cuando era feliz, extático, cuando estaba bailando? No; cuando surge la danza, estallas, abres las puertas de par en par, llamas a tus amigos, a tus vecinos, y dices: «Venid. Voy a dar una fiesta. Vamos a bailar y a divertirnos. Tengo mucho que compartir y os lo quiero dar a vosotros». Y a quienquiera que llegue a tu puerta, lo recibes, le das la bienvenida. Todo el mundo es bien recibido cuando eres feliz. Cuando eres desgraciado, hasta los que antes eran siempre bienvenidos dejan de serlo.

Sé más corazón y menos cabeza (Del Libro Alegría de OSHO)

Sé más corazón y menos cabeza
(Del Libro Alegría de OSHO) 
 
 
Sé más corazón y menos cabeza. La cabeza es solamente una parte
de ti; el corazón, en el sentido que yo le doy a la palabra, es todo tu ser.
El corazón es tu totalidad, de modo que cuando funcionas en tu totalidad funcionas con el sentimiento. Cuando funcionas parcialmente, lo haces con la cabeza.
Observa a un pintor pintando; ésa es la diferencia entre un verdadero artista y un técnico. Si el pintor es un simple técnico que
conoce la técnica de la pintura, que sabe cómo hacer las cosas, que sabe de colores, pinceles, lienzos y que ha realizado el aprendizaje, funcionará con la cabeza. Será un técnico. Pintará, pero sin poner todo de sí en la pintura. Observa a un verdadero artista que no es un técnico. Se ensimismará en la pintura, como borracho. No sólo pintará con la mano, ni sólo con la cabeza. Pintará con todo su ser, con las entrañas, participarán sus pies, su sangre, sus huesos, su médula, todo en él participará. Puedes observarlo, verlo, sentirlo, que está plenamente en su tarea, perdido. No existe nada más. Está borracho. En ese momento, deja de ser. No es un hacedor. La cabeza es hacedora. En ese momento de ensimismamiento absoluto, no es hacedor; es un conducto, como si el todo pintara a través de él.
Cuando te encuentras con un bailarín, un verdadero bailarín, no un
simple intérprete, verás que no baila. En él baila algo del más allá. Está completamente metido en ello. Cuando estás completamente metido en algo, vives el éxtasis. Cuando te metas parcialmente, seguirás siendo desdichado, porque una parte de ti se moverá al margen del todo. Se producirá una división, una escisión, una tensión, una angustia.
Si amas con la cabeza, tu amor no te proporcionará una experiencia
extática. Si meditas con la cabeza. Antes iba a nadar a un río, y me
encantaba. Siempre que volvía, me observaba un vecino mío y se daba cuenta de que estaba en éxtasis. Un día me preguntó:
-¿Qué ocurre? Siempre te veo ir al río, y te pasas allí horas nadando.
También voy a ir yo, porque pareces muy feliz.
Yo le dije:
-Por favor, no vayas. No lo entenderás, y el río se pondrá muy triste.
No, no vayas, porque tu motivación será una barrera. Nadarás, pero
estarás esperando a que te inunde esa sensación de felicidad. Nunca te ocurrirá, porque sólo ocurre cuando no eres.
Nadar puede ser meditación, como correr... cualquier cosa puede ser meditación si tú no eres. El éxtasis es algo del corazón, de la totalidad. Con «corazón» me refiero a la unidad orgánica, total.

sábado, 28 de mayo de 2016

El éxtasis es rebelde (Del Libro Alegría de OSHO)

 El éxtasis es rebelde
(Del Libro Alegría de OSHO)



TODO NIÑO NACE EXTÁTICO. El éxtasis es algo natural. No es algo que les ocurra solamente a los grandes sabios. Es algo que todos traemos al mundo; todos venimos con él. Es el núcleo mismo de la vida, forma parte del hecho de estar vivo. La vida es éxtasis. Todo niño lo trae al mundo, pero después la sociedad se lanza sobre el niño, empieza a destruir la posibilidad del éxtasis, empieza a hacer que el niño se sienta desgraciado, a condicionarlo.
La sociedad está neurótica y no puede consentir que vivan en ella las personas extáticas. La ponen en peligro. Hay que intentar comprender el
mecanismo, y las cosas resultarán más fáciles.
No se puede controlar a una persona extática; es imposible. Sólo se puede controlar a una persona desdichada. Una persona extática es necesariamente libre. El éxtasis es la libertad. Cuando eres extático no se te puede reducir a la esclavitud. No se te puede destruir tan fácilmente, no se te puede convencer de que vivas en una cárcel. Querrás bailar bajo las estrellas, caminar con el viento y hablar con el sol y la luna.
Necesitarás la inmensidad, el infinito, la enormidad. No te seducirán para que vivas en una celda oscura. No pueden convertirte en esclavo. Vivirás tu vida y harás lo que quieras con ella.
Eso le resulta muy difícil a la sociedad. Con muchas personas extáticas, la sociedad tiene la sensación de venirse abajo, de que su estructura no puede mantenerse. Las personas extáticas serán rebeldes.
Ojo: no digo que una persona extática sea «revolucionaría», sino «rebelde». El revolucionario es el que quiere cambiar esta sociedad, pero también sustituirla por otra. El rebelde es quien desea vivir como individuo y querría que no hubiera estructuras sociales rígidas en el mundo. El
rebelde no quiere sustituir esta sociedad por otra, porque todas las sociedades han resultado iguales. La capitalista, la comunista, la fascista y
la socialista: son todas primas hermanas, sin grandes diferencias. La sociedad es la sociedad. Todas las iglesias son iguales: la hindú, la cristiana, la musulmana. En cuanto una estructura se hace poderosa, no quiere que nadie sea extático, porque el éxtasis va en contra de la estructura.
Fíjate y medita sobre ello: el éxtasis va en contra de la estructura. El éxtasis es rebelde. No es revolucionario. El revolucionario quiere otra estructura, acorde a sus deseos, acorde a su propia utopía, pero una estructura al fin y al cabo. Quiere alcanzar el poder. Quiere ser el opresor y no el oprimido; quiere ser el explotador y no el explotado; quiere controlar y no ser controlado.
El rebelde es quien no quiere controlar ni ser controlado. El rebelde es quien no quiere que existan normas en el mundo. El rebelde es anárquico. El rebelde es quien cree en la naturaleza, no en las estructuras creadas por el hombre, quien cree que si se dejara a la naturaleza en paz, todo sería maravilloso. ¡Y así es!

Diferencia entre alegría y diversión (Del libro Alegría de OSHO)

Diferencia entre alegría y diversión
(Del libro Alegría de OSHO)


LO QUE NORMALMENTE CONSIDERAMOS ALEGRÍA no es tal alegría; en el mejor de los casos podemos llamarlo entretenimiento. Es simplemente una forma de evitarte a ti mismo. Es una forma de intoxicarte, de sumergirte en algo para olvidarte de tu sufrimiento, de tus preocupaciones, de tu angustia.
Todo lo que depende de algo no es ni puede ser alegría. La alegría surge de tu interior. Es algo completamente independiente de las circunstancias
externas. Y no es una huida de sí mismo; es encontrarse consigo mismo. 
De modo que lo que se suele llamar alegría es justo lo contrarío, lo diametralmente opuesto: no es alegría. En realidad buscas diversiones porque no estás alegre.
Máximo Gorki, uno de los grandes novelistas rusos, fue a América. Le enseñaron un montón de cosas que habían inventado los americanos para divertirse, para olvidarse de sí mismos. El guía de Gorki esperaba que le encantara todo aquello. Pero cuanto más le enseñaban a Gorki, más triste parecía.
El guía le preguntó:
-¿Qué ocurre? ¿No lo entiende?
Gorki dijo:
-Lo entiendo... y por eso estoy triste. Parece que en este país no existe la alegría, porque si no, no necesitarían tantas diversiones.
Sólo las personas tristes necesitan diversiones. Cuanto más triste se hace el mundo, más necesitamos la televisión, las películas, las ciudades
de oropel y tantas y tantas cosas. Cada día necesitamos más el alcohol, cada día necesitamos más clases de drogas, para evitar la desdicha en la
que vivimos, para no enfrentarnos a la angustia en la que vivimos, para olvidarlas. Pero olvidando no se consigue nada.
La alegría tiene que entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo.
Al principio tendrás que enfrentarte al sufrimiento. El camino es montañoso, pero cuanto más te adentres en él, mayor será la compensación, mayor la recompensa.
Una vez que hayas aprendido a enfrentarte a la desdicha, empezarás a sentirte alegre, porque por el hecho de enfrentarte empieza a desaparecer la desdicha y tú empiezas a integrarte.
Un día tienes ante ti la desdicha y te enfrentas a ella, y de repente, se produce el cambio: ves la desdicha como algo distinto de ti, como algo
ajeno a ti; era una simple ilusión, una identificación en la que te habías metido. Ahora sabes que no eres eso, y se produce un estallido de alegría, una explosión de alegría.

Como llegar a la Iluminación (Del libro Alegría de OSHO)



Como llegar a la Iluminación

(Del libro Alegría de OSHO)

DE LA AGONÍA AL ÉXTASIS
La alegría significa entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo. Al principio tendrás que enfrentarte con el sufrimiento; el camino es muy duro. Pero cuanto más te internes en él, mayor será la recompensa.

Comprender es la clave
HAY QUE COMPRENDER UNA COSA: que la iluminación no significa huir del dolor, sino comprender el dolor, comprender tu angustia, tu sufrimirnto; no es una tapadera, ni un sustituto, sino una profunda comprensión: «¿Por qué soy tan desgraciado, por qué tanta angustia, tanta tensión, cuáles son las causas de que yo mismo cree todo esto?». Y ver claramente esas causas equivale a librarse de ellas.
Comprender tu sufrimiento te libera de ese sufrimiento, y lo que queda es la iluminación. La iluminación no te llega así como así.Viene cuando se han comprendido perfectamente el dolor, la desdicha, la angustia y la tensión y se han evaporado porque ya no existe causa alguna para que sigan existiendo en ti: ese estado es el de la iluminación.
Por primera vez en tu vida te proporcionará verdadera satisfacción, verdadera dicha, verdadero éxtasis. Y sólo entonces podrás comparar.
Lo que denominabas «satisfacción» no era satisfacción. Lo que llamabas «felicidad» no era felicidad. Pero ahora mismo no tienes nada con qué compararlo.
Cuando la iluminación te permita conocer un poco de lo real, verás que todos tus placeres, toda tu felicidad eran simplemente sueños, que no eran reales. Y lo que ha llegado ahora se quedará para siempre.
Ésa es la definición de lo real: una satisfacción que cuando llega no se va. Una satisfacción que viene y se va no es satisfacción; es simplemente un intervalo entre dos desdichas. Igual que llamamos «período de paz» al intervalo entre dos guerras, que no es en absoluto un período de paz, sino la preparación para otra guerra. Si la guerra es positiva, el período entre dos guerras es una guerra negativa, una guerra fría. Funciona soterradamente; estamos preparándonos para una guerra en toda regla.
Todo lo que viene y se va es un sueño. Vamos a definirlo así: todo lo que viene y no se va es real.
Intenta comprender tu sufrimiento. Vívelo, profundiza en él, averigua la causa, por qué está ahí. Que la comprensión sea tu forma de meditación.
Y trata de comprender tu satisfacción también, tu felicidad, y verás lo superficial que es. Una vez que sepas que tu felicidad es superficial y tu angustia muy profunda -y es algo que tienes en tus manos-, podrás cambiar el funcionamiento de tu consciencia. Tu satisfacción puede convertirse en tu ser entero, sin siquiera un rinconcito para la insatisfacción.
Tu amor se convierte en tu vida entera. Y se mantiene. Pasa el tiempo, pero lo que has logrado sigue haciéndose más profundo. De él brotan sin cesar flores y cantos. Eso es lo que llamamos iluminación. Es una palabra de Oriente, pero la experiencia no tiene nada que ver ni con Oriente ni con Occidente.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VIII) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VIII)
No el carácter sino la consciencia
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
YO NO CREO EN ABSOLUTO EN EL CARÁCTER. Deposito mi confianza en la consciencia. Si una persona se hace más consciente, su carácter se transforma. Pero esa transformación es completamente distinta: no está controlada por la mente; es algo natural, espontáneo. Y siempre que tu carácter es natural y espontáneo posee una belleza propia; en otro caso, ya puedes cambiar, ya puedes abandonar la ira, pero ¿dónde la abandonarás? Tendrás que dejarla en tu propia consciencia. Puedes cambiar una parte de tu vida, pero te desprendas de lo que te desprendas volverá a expresarse desde otro ángulo. Tiene que ser así. Puedes bloquear un arroyo con una roca; empezará a correr por otra parte, porque no puedes destruirlo. La ira existe en ti porque eres inconsciente, la avaricia existe en ti porque eres inconsciente, la posesión y la envidia existen porque eres inconsciente.
Así que no me interesa cambiar tu ira; sería como podar las ramas de un árbol con la esperanza de que el árbol desaparezca algún día. No sucederá; por el contrario, cuanto más lo podes más frondoso crecerá.
 
Lu Ting comía en un restaurante griego porque el dueño, Papadopoulos, preparaba un arroz frito realmente bueno. Iba todas las noches y pedía «aloz flito».
Al oírlo, Papadopoulos se moría de risa. A veces estaba con un par de amigos para que oyeran a Lu Ting pedir el «aloz flito». El chino se sintió
tan herido en su orgullo que fue a una clase de fonética para aprender a pronunciar correctamente «arroz frito».
La siguiente vez que fue al restaurante dijo claramente: 
-Arroz frito, por favor.
Sin dar crédito a lo que había oído, Papadopoulos preguntó:
-¿Qué ha dicho?
Lu Ting gritó:
-¡Lo has oído muy bien, gliego de mielda!
 
No hay mucha diferencia entre «aloz flito» y «gliego de mielda».
Cierras una puerta e inmediatamente se abre otra. Así no se produce la transformación.
Cambiar tu carácter es fácil; la verdadera tarea consiste en cambiar tu consciencia, en hacerte consciente, más consciente, más intensa y
apasionadamente consciente. Cuando eres consciente resulta imposible enfadarse, resulta imposible ser avaricioso, envidioso, ambicioso.
Y cuando desaparecen la ira, la ambición, la envidia, el sentimiento de posesión, el deseo, se desata toda la energía que los acompaña. Esa
energía se transforma en dicha. Y entonces no llega del exterior, sino que ocurre en el interior de tu ser, en lo más recóndito de tu ser.

 
 

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VII) (Del libro Alegría de OSHO)


Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VII)
(Del libro Alegría de OSHO)


Nos han dicho que tenemos que triunfar, que ser ambiciosos. Se ha adiestrado nuestra mente para que sea la del triunfador. La educación, la cultura, la religión, todo está basado en esa idea de que la persona tiene que ser ambiciosa; sólo el ambicioso se realizará. Jamás ha ocurrido ni ocurrirá, pero la ignorancia es tan profunda que seguimos creyéndonos esas tonterías.
Ninguna persona ambiciosa ha sido jamás feliz; aún más: el ambicioso es el más infeliz del mundo. Pero seguimos educando a los niños para que sean ambiciosos: «Sé el primero, llega a la cumbre y serás feliz». Pero ¿habéis visto a alguien en la cumbre que además sea feliz? ¿ Era feliz Alejandro Magno cuando conquistó el mundo? Fue uno de los
hombres más infelices que hayan vivido sobre la tierra. Al ver la dicha de Diógenes sintió envidia. ¿Sentir envidia de un mendigo?
Diógenes era un mendigo; por no tener, no tenía ni un platillo para las limosnas. Buda al menos tenía un platillo para las limosnas y tres túnicas. Diógenes iba desnudo, y sin platillo para las limosnas. Pero un día fue al río con un platillo. Tenía sed, hacía calor, y quería beber agua. Por
el camino, al llegar a la orilla, pasó un perro corriendo, jadeante, se lanzó al río, se dio un buen baño y bebió agua hasta hartarse. A Diógenes se le
ocurrió esta idea: «Ese perro es más libre que yo. No tiene que llevar un plato para las limosnas. Y si él puede arreglárselas sin plato, ¿por qué no voy a hacerlo yo? Esto es lo único que tengo, y siempre tengo que andar vigilándolo para que no me lo roben. Incluso por la noche tengo que tocar
a tientas un par de veces para comprobar que no se lo han llevado».
Arrojó el platillo al río y se inclinó ante el perro, para agradecerle el gran mensaje de la existencia que le había transmitido.
Ese hombre, que no tenía nada, le dio envidia a Alejandro. ¡Qué desdichado debía de ser! Alejandro le confesó a Diógenes:
-Si Dios me concede que vuelva a nacer, le pediré que, por favor, no me haga Alejandro, sino Diógenes.
Diógenes soltó una carcajada y llamó al perro (porque se habían hecho amigos y vivían juntos) y le dijo:
-Fíjate las tonterías que dice. En la siguiente vida quiere ser Diógenes. ¿Por qué en la siguiente vida? ¿Por qué retrasarlo? ¿Quién sabe nada de la próxima vida? Si incluso el próximo día es incierto, el momento próximo es incierto... ¿qué decir de la próxima vida? Si de verdad quieres ser un Diógenes, puedes serlo ahora mismo, aquí mismo. Tira tu ropa al río y olvídate de tanto conquistar el mundo. Ésa es la mayor de las estupideces y tú lo sabes. Y has reconocido que eres desgraciado, has
reconocido que Diógenes se encuentra en un estado mucho mejor, mucho más dichoso. Así que, ¿por qué no ser un Diógenes ahora mismo?
Túmbate aquí, a la orilla del río, donde estoy tomando el sol. Hay sitio en la orilla para los dos.
Naturalmente, Alejandro no podía aceptar la invitación. Dijo:
-Gracias por la invitación. Ahora mismo no puedo, pero en la próxima vida...
Diógenes le preguntó:
-¿Adonde vas? Y ¿qué harás después de haber conquistado el mundo?
Alejandro contestó:
-Entonces descansaré.
Diógenes dijo:
-Pues me parece absurdo. Si es lo que yo estoy haciendo ahora mismo, descansar.
Si Alejandro Magno no era feliz, si Adolf Hitler no era feliz, si los Rockefeller y los Carnegie no son felices... Esas personas que tienen todo el dinero del mundo, si no son felices, esas personas que tienen todo el poder del mundo... Sólo hay que fijarse en quienes han tenido éxito en el
mundo para renunciar a la idea del éxito. No hay mayor fracaso que el éxito. Aunque te hayan dicho que nada triunfa como el triunfo, yo te digo
que nada fracasa tanto como el triunfo.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VI) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VI)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
Una tarde, Rabiya -una famosa mística sufí- estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose y le
preguntó:
-¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando?
Ella contestó:
-Se me ha perdido la aguja.
La gente dijo:
-Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande, y la aguja, pequeña. Si sabemos exactamente dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla.
Rabiya contestó:
-Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa.
La gente se echó a reír y dijo:
-¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos buscando en la calle?
Rabiya replicó:
-Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz.
La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo:
-¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental: «¿Dónde la has perdido?».
Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior:
hay un poco más de luz. Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y lo digo por propia experiencia. Yo también he buscado fuera durante
muchas, muchas vidas, y el día que miré dentro me llevé una sorpresa.
No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado dentro.
La dicha es tu núcleo más íntimo. El placer se lo tienes que pedir a otros, y naturalmente te haces dependiente. La dicha te hace el amo. La dicha no es algo que te ocurre; ya está ahí.
Buda dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo». Deja de mirar hacia fuera. Mira hacia dentro,
vuélvete hacia tu interior. Empieza a buscar y registrar en tu interior, en tu subjetividad. La dicha no es un objeto que se pueda encontrar en ninguna otra parte; es tu consciencia.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte V) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte V)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
El placer te crea un estado de deseo permanente, de inquietud, una agitación continua. Hay múltiples deseos, todos y cada uno de ellos insaciables, que reclaman toda tu atención. Te conviertes en víctima de una multitud de deseos enloquecedores -enloquecedores porque no se pueden cumplir-, que te llevan de acá para allá. Tú mismo te conviertes
en una contradicción. Un deseo te lleva hacia la izquierda, otro hacia la derecha, y alimentas ambos deseos al mismo tiempo. Y entonces te
sientes dividido, escindido, desgarrado. Te sientes hecho pedazos. Nadie sino tú es responsable; es la estupidez del deseo de placer lo que crea
esta situación.
Y es un fenómeno complejo. No eres tú el único que busca el placer; millones de personas buscan los mismos placeres. Por eso existe una gran
lucha: la competición, la violencia, la guerra. Todos son enemigos entre sí, porque todos tienen el mismo objetivo y no todos pueden conseguirlo. De
ahí que la lucha sea tremenda, porque hay que arriesgarlo todo, y por nada, ya que, cuando ganas, no ganas nada. Malgastas tu vida entera en esa lucha. Una vida que podría haber sido una fiesta se convierte en una lucha prolongada, inútil.
Cuando vas buscando el placer no puedes amar, porque la persona que va buscando el placer utiliza al otro como medio. Y utilizar al otro
como medio es una de las acciones más inmorales, porque cada ser es un fin en sí mismo, y no un medio. Pero cuando buscas el placer tienes que
utilizar al otro como medio. Te haces astuto, porque la lucha es tremenda.
Si no eres astuto te engañarán, y antes de que los demás te engañen, tú tienes que engañarlos a ellos.
Ya advertía Maquiavelo a los buscadores del placer que la mejor forma de defensa es el ataque. No hay que esperar a que el otro ataque; podría ser demasiado tarde. Antes de eso, atácalo tú. Ésa es la mejor forma de defensa. Y es un consejo que se sigue, tanto si se conoce a Maquiavelo como si no.
Es muy extraño. La gente conoce a Jesucristo, a Buda, a Mahoma, a Krisna, pero nadie los sigue. La gente no sabe gran cosa de Maquiavelo, pero a él sí lo siguen, como si tuviera mucha importancia para ellos. No hace falta que lo leáis; simplemente lo seguís. Vuestra sociedad está basada en los principios maquiavélicos; en eso consiste el juego político.
Antes de que alguien te quite algo, quítaselo tú. Tienes que estar siempre en guardia. Naturalmente, si estás siempre en guardia, te sentirás tenso,
angustiado, preocupado. Todo el mundo está en tu contra y tú estás en contra de todo el mundo.
De modo que el placer no es ni puede ser la meta de la vida.
La segunda palabra que hay que comprender es la felicidad. El placer es algo fisiológico; la felicidad es algo psicológico. La felicidad es un poco mejor, algo un poco más refinado, un poco más elevado... pero no muy distinto del placer. Podría decirse que el placer es una clase más baja de felicidad y que la felicidad es una clase más elevada de placer: las dos
caras de la misma moneda. El placer es un poco primitivo, animal; la felicidad es un poco más refinada, un poco más humana, pero es el mismo
juego, que se juega en el mundo de la mente. No te preocupas tanto de las sensaciones fisiológicas como de las sensaciones psicológicas, pero no
existe diferencia en lo fundamental.
La tercera es la alegría: la alegría es algo espiritual. Es algo distinto, completamente distinto del placer y de la felicidad. No tiene nada que ver con lo externo, con el otro; es un fenómeno interno. La alegría no depende de las circunstancias; es algo tuyo. No es una excitación producida por las cosas; se trata de un estado de paz, de silencio, un
estado meditativo. Es espiritual.
Pero Buda tampoco habla de la alegría, porque existe otra cosa que va más allá de la alegría. Él lo llama «dicha». La dicha es algo absoluto.
No es algo fisiológico, ni psicológico ni espiritual. No sabe de divisiones; es indivisible. Es absoluta en un sentido y trascendente en otro. Buda sólo emplea dos palabras en esta frase. La primera es el placer, que incluye la felicidad. La segunda es la dicha, que incluye la alegría.
La dicha significa alcanzar el núcleo más profundo de tu ser. Se encuentra en las profundidades últimas de tu ser, donde ni siquiera el ego existe, donde reina el silencio: tú has desaparecido. En la alegría existes un poco, pero en la dicha dejas de existir. Se ha disuelto el ego; es un estado de no ser.
Buda lo llama «nirvana»

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte IV) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte IV)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
El placer es algo físico, fisiológico. El placer es lo superficial de la vida, la excitación. Puede ser sexual o de otros sentidos; puede convertirse en obsesión con la comida, pero está arraigado en el cuerpo.
El cuerpo es tu periferia, tu circunferencia, no tu centro. Y vivir en la circunferencia significa vivir a merced de toda clase de cosas que suceden
a tu alrededor. Quien busque el placer quedará a merced de la casualidad.
Ocurre como con las olas del mar: están a merced de los vientos. Cuando soplan vientos fuertes, aparecen las olas; cuando desaparecen los vientos,
desaparecen las olas. No tienen una existencia independiente, son dependientes, y todo lo que depende de algo exterior supone esclavitud.
El placer depende del otro. Si amas a una mujer, si ése es tu placer, esa mujer se convierte en tu dueña. Si amas a un hombre, si ése es tu placer y te sientes desgraciada y desesperada sin él, has creado tu propia esclavitud. Has creado una prisión; ya no eres libre. Si vas en pos del dinero y del poder, dependerás del dinero y del poder. Quien se dedica a acumular dinero, si su placer consiste en tener cada día más dinero, será cada día más desgraciado, porque cuanto más tiene, más quiere, y cuanto
más tiene, más miedo tiene de perderlo.
Es una espada de doble filo: querer más es el primer filo de la espada. Cuanto más exiges, cuanto más deseas, cuanto más sientes que te falta algo, más vacío y hueco te sientes. Y el otro filo de la espada es que cuanto más tienes, más temes que te lo quiten. Te lo pueden robar.
El banco puede ir a la bancarrota, puede cambiar la situación política del país, hacerse comunista... Hay mil cosas de las que depende tu dinero. Tu
dinero no te hace amo, sino esclavo.
El placer es algo periférico; por consiguiente, te hará depender de las circunstancias externas. Y es simple excitación. Si la comida es un placer,
¿de qué se disfruta realmente? Sólo del gusto... y eso durante unos momentos, cuando la comida llega a las papilas gustativas y notas una
sensación que interpretas como placer. Es una interpretación tuya. Hoy puede parecerte un placer y mañana no. Si sigues comiendo la misma
cantidad todos los días, las papilas gustativas dejarán de responder a la comida, y dentro de poco estarás harto.
Así es como nos hartamos de las cosas: un día corres tras un hombre o una mujer y al día siguiente intentas encontrar excusas para librarte de
esa persona. Es la misma persona; nada ha cambiado. ¿Qué ha pasado entretanto? Te has aburrido del otro, porque el placer consistía en
explorar lo nuevo. Resulta que el otro ya no es nuevo; ya te has familiarizado con su territorio. Te has familiarizado con el cuerpo del otro, con las curvas de su cuerpo, con la sensación que te produce su cuerpo. Y la mente ansia algo nuevo.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte III) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte III)
(Del libro Alegría de OSHO)


Lo supremo sólo ocurre cuando estás plenamente despierto, cuando eres un Buda, cuando ha desaparecido todo el sueño, cuando todo tu ser está lleno de luz, cuando no hay oscuridad en tu interior. Toda la oscuridad ha desaparecido y, junto con la oscuridad, el ego. Han desaparecido todas las tensiones, las angustias, las ansias. Te encuentras
en un estado de absoluta satisfacción. Vives en el presente; se acabaron el pasado y el futuro. Estás por completo aquí. Este momento lo es todo.
Ahora es el único tiempo y aquí es el único espacio. Y de repente el cielo desciende sobre ti. Eso es la dicha. Eso es la verdadera felicidad.
Busca la dicha; es tu derecho inalienable. No sigas perdido en la jungla de los placeres; elévate un poco. Ve en busca de la felicidad y después de la dicha. El placer es animal; la felicidad es humana; la dicha, divina. El placer te ata, es una esclavitud, te encadena. La felicidad te afloja un poco la cuerda, te da un poco de libertad, pero sólo un poco. La dicha es la libertad absoluta. Empiezas a avanzar hacia arriba; te da alas.
Dejas de formar parte de la grosera tierra; pasas a formar parte del cielo.
Te conviertes en luz, en alegría.
El placer depende de los demás. La felicidad no depende de otros, pero de todos modos es algo distinto de ti. La dicha no depende de nada, ni es nada distinto de ti; es tu ser mismo, es tu naturaleza misma.
Buda Gautama dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo».
Medita sobre esto, lo más profundamente posible, porque contiene una de las verdades más fundamentales. Hay que comprender estas cuatro palabras, reflexionar sobre ellas. La primera es placer; la segunda, felicidad; la tercera, alegría, y la cuarta es dicha.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte II) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte II)
(Del libro Alegría de OSHO)



Lo que llamamos «felicidad» depende de la persona. Para la persona dormida, las sensaciones placenteras son la felicidad. La persona dormida
vive cambiando de un placer a otro. Se precipita de una sensación a otra.
Vive para las pequeñas emociones; lleva una vida muy superficial. No tiene profundidad, no tiene calidad. Vive en el mundo de la cantidad.
También hay personas que están entre medias, ni dormidas ni despiertas, que viven en un limbo, un poquito dormidas y un poquito despiertas. A veces se puede tener esa experiencia a primera hora de la
mañana: todavía adormilado, pero sin que puedas decir que estás dormido porque oyes los ruidos de la casa, a tu pareja preparando el café, el ruido de la cafetera o de los niños preparándose para el colegio. Oyes todo eso, pero aún no estás despierto. Esos ruidos te llegan vagamente, débiles, como si hubiera una gran distancia entre tú y lo que ocurre a tu alrededor. Tienes la sensación de que forma parte de un sueño. No forma parte de un sueño, pero tú te encuentras en un estado intermedio.
Lo mismo ocurre cuando empiezas a meditar. Quien no medita duerme, sueña; quien medita empieza a alejarse del sueño y a dirigirse al despertar, en un estado transitorio. Entonces la felicidad tiene un sentido completamente distinto: tiene más de calidad y menos de cantidad; es algo más psicológico, menos fisiológico. Quien medita disfruta más de la música, disfruta más de la poesía, disfruta creando algo. Esas personas disfrutan de la naturaleza, de su belleza. Disfrutan del silencio, disfrutan de lo que nunca habían disfrutado antes, y eso es mucho más duradero.
Incluso si se para la música, algo persiste.
Y no es un alivio. La diferencia entre el placer y esta clase de felicidad consiste en que no es un alivio, sino un enriquecimiento. Te sientes más pleno, empiezas a desbordarte. Al escuchar buena música, algo estalla en tu ser, surge una armonía en ti: te haces música. O, al bailar, de pronto te olvidas de tu cuerpo; tu cuerpo es ingrávido. La
gravedad pierde su poder sobre ti. De repente te encuentras en otro espacio: el ego no es tan sólido, el bailarín se funde y se fusiona con la danza.
Esto es mucho más elevado, mucho más profundo que el placer que se obtiene de la comida o del sexo. Esto es algo profundo, pero no lo supremo.
 

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte I) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte I)
(Del libro Alegría de OSHO)


 
¿QUÉ ES LA FELICIDAD?
La felicidad no tiene nada que ver con el triunfo;
la felicidad no tiene nada que ver con la ambición;
la felicidad no tiene nada que ver con el dinero,
ni el poder ni el prestigio. La felicidad está relacionada
con tu consciencia, no con tu carácter.


Depende de ti
¿QUÉ ES LA FELICIDAD? Depende de ti, de tu estado de consciencia o inconsciencia, de si estás dormido o despierto. Murphy tiene una famosa
frase. Dice que existen dos tipos de personas: las que siempre dividen a la humanidad en dos tipos y las que no dividen en absoluto a la humanidad.
Yo formo parte del primer tipo: la humanidad puede dividirse en dos tipos: los que duermen y los que están despiertos y, por supuesto, un pequeño
grupo entre medias.
La felicidad dependerá de dónde estés en tu consciencia. Si estás dormido, el placer es la felicidad. El placer significa la sensación, intentar
alcanzar por mediación del cuerpo algo que no se puede alcanzar por mediación del cuerpo, obligar al cuerpo a alcanzar algo de lo que no es capaz. Las personas intentan, por todos los medios posibles, alcanzar la felicidad por mediación del cuerpo.
El cuerpo sólo puede proporcionar placeres pasajeros, y cada placer se equilibra con el dolor, en el mismo grado, en la misma medida. A cada
placer le sigue lo opuesto, porque el cuerpo existe en el mundo de la dualidad, igual que la noche sigue al día y la vida sigue a la muerte y la
muerte sigue a la vida, en un círculo vicioso. Al placer lo seguirá el dolor, y al dolor lo seguirá el placer. Pero nunca estarás tranquilo. Cuando te
encuentres en un estado de placer tendrás miedo de perderlo, y ese miedo lo emponzoñará. Y, naturalmente, cuando estés perdido en medio
del dolor, sufrirás y harás todos los esfuerzos posibles para salir de él, y volverás a caer en lo mismo.
Buda lo llama la rueda del nacimiento y de la muerte. Nosotros nos movemos con esa rueda, aferrados a ella... y la rueda continúa moviéndose. A veces se presenta el placer y otras veces se presenta el dolor, pero estamos aplastados entre esas dos rocas.
Pero la persona adormilada no conoce nada más. Sólo conoce unas cuantas sensaciones del cuerpo: la comida, el sexo... Ése es su mundo. Si reprime el sexo se hace adicta a la comida; si reprime la comida se hace adicta al sexo. La energía se mueve como un péndulo. Y lo que se llama placer es, como mucho, simple alivio de un estado de tensión.

La energía sexual se recoge, se acumula; te pones tenso y deseas relajar esa tensión. Para quien está dormido, el sexo no es sino un alivio, como un buen estornudo. No produce más que cierto alivio: había tensión, y ha desaparecido. Pero volverá a acumularse. La comida sólo te proporciona cierto gusto en la lengua; no es mucho por lo que vivir. Pero muchas personas viven únicamente para comer; pocas personas comen para vivir.

Comprende por qué eres desdichado (Del Libro Alegría de OSHO)

Comprende por qué eres desdichado
(Del Libro Alegría de OSHO)



Intenta comprender por qué eres desdichado. Muchas personas vienen a mí y me cuentan que son
desdichadas y quieren que les enseñe a meditar. Yo digo que lo primero es comprender por qué se es desdichado. Si no eliminas esas causas básicas de tu infelicidad, podrás meditar, pero no te ayudará mucho, porque las causas básicas seguirán ahí.
Una mujer podría haber sido una bailarina fantástica y está en una oficina, fichando. No le queda tiempo para el baile. Alguien podría haber
disfrutado bailando bajo las estrellas, pero ahora se dedica a engrosar su cuenta bancaria. Y estas personas dicen que son infelices: «Enséñame
una forma de meditación que pueda seguir». Puedo enseñarla, pero ¿qué conseguirá con esa meditación? ¿De qué servirá? Seguirán siendo las
mismas personas, acumulando dinero, compitiendo en el mercado. La meditación puede ayudarlas a estar un poco más relajadas para que hagan esas tonterías incluso mejor.
Puedes repetir un mantra, puedes hacer cierto tipo de meditación; puede ayudarte un poquito en esto o aquello, pero sólo puede ayudarte a seguir siendo lo que eres. No es una transformación.
Por tanto, mi propuesta es para los realmente osados, para los temerarios que están dispuestos a cambiar su forma de vida, que están dispuestos a jugárselo todo porque en realidad no hay nada que jugarse: sólo su felicidad, su infelicidad. Pero la gente se aferra incluso a eso.
He oído contar esto:

En un remoto campo de entrenamiento, un escuadrón de reclutas acababa de volver a su alojamiento tras un día de marcha bajo el ardiente
sol.
-¡Qué vida ésta! -dijo un soldado novato-. A kilómetros de cualquier parte, un sargento que se cree Atila, sin mujeres, sin alcohol, sin
permisos... y para colmo, mis botas son dos números más pequeñas.
-No tienes por qué aguantar eso, tío -dijo un compañero-. ¿Por qué no te pones otras botas?
-¿Para qué? -replicó el otro-. ¡Quitármelas es el único placer que tengo!

¿Cuándo se da la Felicidad? (Del libro Alegría de OSHO)

¿Cuándo se da la Felicidad?
(Del libro Alegría de OSHO)


La felicidad se da cuando encajas en tu vida, cuando encajas tan armoniosamente que hagas lo que hagas te proporciona alegría. Entonces
te das cuenta de que la meditación va tras de ti. Si amas el trabajo que haces, si amas tu modo de vida, eres una persona de meditación.
Entonces nada te distrae. Cuando las cosas te distraen, eso simplemente demuestra que en realidad no te interesan esas cosas.
El maestro no para de decir a los niños: «¡Prestadme atención! ¡Estad atentos!». Los niños prestan atención, pero su atención se centra en
otra cosa. Hay un pájaro cantando a todo volumen junto al edificio del colegio, y el niño está atento al pájaro. No se puede decir que no esté atento, que no sea meditativo, que no esté profundamente concentrado... ¡Claro que sí! Aún más: se ha olvidado por completo del maestro y del
problema de aritmética que éste escribe en la pizarra. El niño está totalmente ajeno a eso, completamente poseído por el pájaro y su canto.
Pero el maestro dice: «¡Presta atención! ¿Qué haces? ¡No te distraigas!».
En realidad, es el maestro quien está distrayendo al niño. El niño presta atención de una forma natural. Es feliz escuchando el canto del pájaro. El maestro lo distrae, le dice: «No estás prestando atención», y
eso es mentira. El niño está prestando atención. Si el pájaro lo atrae más, ¿qué puede hacer? El maestro no lo atraía tanto, la aritmética no tenía
tanto encanto.
No se nos pone en la tierra para ser matemáticos. Hay unos cuantos niños a los que no les interesará el pájaro; ya puede aumentar de volumen su canto que ellos seguirán prestando atención a la pizarra. La aritmética es para ellos. Tienen una meditación, un estado meditativo natural, cuando se trata de las matemáticas.
Nos han hecho distraernos con preocupaciones nada naturales: el dinero, el prestigio, el poder. Escuchar a los pájaros no te proporcionará dinero. Escuchar a los pájaros no te va a proporcionar prestigio ni poder.
Contemplar una mariposa no te va a ayudar ni económica, ni política ni socialmente. Esas cosas no son lucrativas, pero esas cosas te hacen feliz.
Un verdadero ser humano obtiene el valor para seguir delante de las cosas que le hacen feliz. Dice: «He elegido mi camino, he elegido los
pájaros, las mariposas y las flores. No puedo ser rico, pero no importa.
Soy rico porque soy feliz». Pero los seres humanos se han vuelto locos.

El ser humano se ha vuelto completamente loco. El pez te está atrapando y arrastrándote; tú no estás atrapando el pez. En cuanto ves dinero, dejas de ser tú mismo. En cuanto ves poder, prestigio, dejas de ser tú mismo. En cuanto ves respetabilidad, dejas de ser tú mismo. Te olvidas inmediatamente de todo, te olvidas de los valores intrínsecos de tu vida, tu felicidad, tu alegría, tu gozo. Siempre eliges algo del exterior y lo intercambias con algo del interior. Ganas lo exterior y pierdes lo interior.
Pero ¿qué vas a hacer? Incluso si tienes el mundo entero a tus pies pero te has perdido a ti mismo, incluso si has conquistado todas las riquezas del mundo y has perdido tu tesoro interior, ¿qué vas a hacer con todas tus riquezas? Eso es la infelicidad.
Si tienes que aprender algo, es a estar alerta, a ser consciente de tus motivaciones internas, de tu destino interior. Nunca lo pierdas de vista, o
serás desgraciado. Y cuando seas desdichado, la gente te dirá: «Medita y serás feliz». Te dirán: «Reza y serás feliz; ve al templo, sé religioso, hazte
cristiano o hindú y serás feliz». Tonterías. Sé feliz, y después vendrá la meditación. Sé feliz, y la religiosidad vendrá después. La felicidad es la
condición fundamental.

Nadie Cree en la Felicidad (Del libro Alegría de OSHO)

Nadie Cree en la Felicidad
(Del libro Alegría de OSHO)


Nadie cree en la felicidad. Parece que el hombre no puede ser feliz.
Si hablas de tu depresión, de la tristeza, de la infelicidad, todo el mundo se lo cree; parece algo natural. Si hablas de tu felicidad, nadie te cree; parece algo antinatural.
Tras cuarenta años de investigaciones sobre la mente humana,
Sigmund Freud, que trabajó con miles de personas y estudió miles de mentes perturbadas, llegó a la conclusión de que la felicidad es algo ficticio, que el ser humano no puede ser feliz. Como mucho, podemos hacer las cosas un poco más agradables, pero nada más. Como mucho, podemos disminuir un poco la infelicidad, pero lo que se dice ser feliz, a eso el hombre no puede llegar.
Parece muy pesimista... pero si nos fijamos en la humanidad, ésa parece ser la situación; parece que realmente es así. Sólo los seres humanos son infelices. Algo va mal en lo más profundo.
Os lo digo por propia experiencia: los seres humanos pueden ser felices, más felices que las aves, más felices que los árboles, más felices que las estrellas, porque los seres humanos tenemos algo que no tiene ninguna ave, ningún árbol, ninguna estrella. Tenemos consciencia. Pero al tener consciencia, existen dos alternativas: llegar a la felicidad o a la infelicidad. Tú eliges. Los árboles son felices porque no pueden ser infelices. Su felicidad no es una cuestión de libertad; tienen que ser felices. No saben ser infelices; no tienen otra posibilidad. Los pájaros que trinan en los árboles no son felices por decisión propia; sencillamente son felices porque no conocen otra cosa. Su felicidad es inconsciente, natural.
Los humanos pueden ser tremendamente felices y tremendamente infelices, y son libres de elegir. Esa libertad es peligrosa, esa libertad es arriesgada, porque tú eres el único responsable.
La gente va en busca de la meditación. Necesitáis la meditación únicamente porque no habéis elegido ser felices.En cuanto te decides por la felicidad, en cuanto decides que vas a ser feliz, no te hace falta la meditación. Entonces la meditación empieza a surgir por sí misma. 
Si hay tantas religiones es porque hay muchas personas infelices.
Una persona feliz no necesita ninguna religión; una persona feliz no necesita templos ni iglesias, porque para una persona feliz el universo entero es un templo, la existencia entera es una iglesia. La persona feliz no se dedica a la religión porque su vida entera es religiosa. Cuanto se hace con felicidad es una oración: tu trabajo se transforma en culto, turespiración misma es una maravilla, una gracia. 
 

miércoles, 6 de abril de 2016

Vivir cada dia como si fuera el primero

Parece increíble que permanentemente perdamos la capacidad de apreciar las cosas simples, siempre cada segundo de nuestra existencia es un gran milagro. Podríamos apreciar todos los días la belleza de las cosas simples y cotidianas y así sería un redescubrimiento de nuestras vidas y nuestros valores.
Debemos tomarnos un tiempo para darnos cuenta de lo que nos estamos perdiendo por vivir aceleradamente, esperando cosas del futuro y no apreciando todo lo que tenemos en este momento en su totalidad. 
Estamos rodeados de cosas hermosas, comencemos a enfocarnos en eso.

viernes, 29 de enero de 2016

La importancia de «cancelar» (Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)

La importancia de «cancelar»
(Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)
 
Ahora que conocemos la existencia del poder de la mente, de las palabras y de todo lo que podamos imaginar en un instante y las consecuencias de todo ello, necesitamos una herramienta inmediata para eliminar aquello que hayamos dicho o imaginado, a fin de que no se manifieste en nuestra realidad. Como ya somos conscientes del poder que tienen las palabras, cuando digamos algo que no queremos que se proyecte en nuestras vidas y nos demos cuenta de ello en el momento, podemos pronunciar en nuestra mente o en voz alta la palabra «cancelar» y rectificar a continuación la frase o la palabra pronunciada. Digo, por ejemplo: «Mi vida es un desastre». Luego pienso: «¿Realmente quiero vivir una vida desastrosa?». La respuesta es «no», por lo tanto digo «cancelar» y rectifico: «Mi vida es una maravilla».
Lo creas o no, da igual en ese momento. Lo primero es la palabra, al igual que en la creación descrita en la Biblia «primero fue el Verbo». Si decidimos transformar nuestra existencia decretando que mi vida es de determinado modo, ya nos estamos alineando con ese estilo de vida. Por ejemplo, si digo: «Quiero encontrar el amor», tendré la experiencia de «querer» el amor, pero no viviré el amor en sí mismo. Por lo tanto, cambio la expresión «quiero encontrar el amor» por «vivo en el amor». Y sitúo el amor en la cúpula del palacio, y bajo esa cúpula de amor se suceden y se desarrollan todas mis experiencias. Cuando eso ocurre, todas las experiencias vividas son la expresión del amor.

Proceso de Creación (Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)

Proceso de Creación
(Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)
 
El hecho de atreverme a ser yo misma me permitió ser mi propia maestra con todas las consecuencias. El secreto reside en dar el paso, en tirarte a la piscina ciegamente porque lo sientes desde tu Ser más profundo, desde tu alma. De alguna forma sabes qué es lo que debes hacer; a pesar de lo que la mente diga, tú sabes cuál es tu propósito y tu misión interior, y ese es el impulso que hay que seguir. Así que me lancé y empezó el efecto dominó. Cuando llevas a cabo tu propósito con pasión, con amor, con total convicción, con todo tu Ser y desde tu verdadera esencia, se lo transmites a los demás. Ocurre lo mismo cuando una sonrisa se te contagia y no puedes evitarlo. Te conviertes en un faro que ilumina y atrae a los demás, no para ser su maestro, sino para que se despierte su maestro interior, su luz interna y su cristalina mirada. Se activa una espiral de vibración que contagia a todo lo que es atraído hacia ella.
Si sientes pasión por tu objetivo, tu meta, tu propósito, alinéate con la absoluta certeza de que eso es lo que quieres en ese instante. De ese modo, toda tu intención se vuelca en esa experiencia. Ocurre cuando la espiral de fuerza se activa y el universo te ofrece más y más de lo mismo, aunque siempre hay que tener la mente abierta y estar dispuestos a cambiar a cada instante. Siempre recalculando, adaptándote a lo nuevo, porque todo se transforma en ese ciclo de cambio continuo.
Solo existe el presente. El eterno ahora. Y puede que en este presente sientas que te apetece hacer algo diferente. Pero todo cambia en nuestro interior. Siempre estamos en un constante proceso de cambio. Es el principio universal que todo lo mueve. Así, todo se modifica a cada instante. Por eso tenemos que ser como niños. Cuando dicen: «Ahora quiero esto, y ahora lo otro», les regañamos, y sin embargo ellos saben perfectamente lo que no quieren. Solo muestran de forma natural lo que desean. Cuando sentimos muy claro lo que no queremos, vamos por buen camino. Todo se esclarece a medida que caminamos y trascendemos.
 
No enfoques tu atención sobre lo que no quieres, pues el universo lo expandirá y te dará más de lo que no deseas, pues no sabe interpretar el «no». 
 
 

jueves, 28 de enero de 2016

Ser Conscientes (Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)

 Ser Conscientes
(Del Libro Atrevete a ser tu Maestro de Suzanne Powell)

Primero hay que tomar conciencia de nuestros pensamientos para luego ser conscientes de nuestras palabras, herramientas importantes para la cocreación de nuestra vida. Tal como uno piensa que será su vida, así será. Si nuestros pensamientos son puros, libres de juicios, de alta vibración y llenos de entusiasmo, ilusión y alegría, así de pura será también nuestra existencia.
Si pronuncio una palabra, esta se convierte en vibración, en energía, en conducta y en acción, es decir, en aquello que se puede palpar, sentir, percibir. Las palabras, al igual que los pensamientos, están cargadas de vibración. Una vez se emiten, salen al exterior, al universo, y regresan a nosotros. Siempre, sí, siempre. Por lo tanto, hay que tomar conciencia del poder de la palabra y del poder del pensamiento. Si tú lo dices, así será. Por tanto, cuidado con lo que piensas y con lo que dices.
Cuando vas tomando conciencia de tu vida, empiezas a ser consciente, a ser zen. Saber lo que piensas, lo que dices, cómo actúas, es ser zen. Cuántas veces uno crea su propio infierno por su inconsciencia. Por no ser conscientes de las palabras podemos crear un conflicto o condicionar nuestro programa para vivir anclados al sufrimiento.
A menudo se utilizan sin pensar frases ya hechas. Por ejemplo: «La comida está que te mueres», «Mi vida es un desastre», Si comes ese helado te vas a sentir fatal».... A una persona consciente eso le haría rechinar los dientes... ¡No pronuncies este tipo de frases tan a la ligera! Cuando empleamos estas expresiones,
generamos una sentencia que imponemos al otro o a nosotros mismos, porque lo que deseamos para los demás lo estamos deseando también para nosotros mismos.
Esto me hace pensar en los correos electrónicos que circulan en cadena, como esos que dicen: «Reenvía este correo a veinte personas o serás muy desgraciado». Y para colmo indican que lo tienes que hacer en los próximos veinte minutos. Automáticamente la persona que recibe uno de estos correos piensa, por si acaso es verdad: «Lo voy a hacer». Y cuando se lo ha enviado a veinte personas de su lista de contactos, se relaja y piensa: «¡Uf! ¡Qué peso me he quitado de encima!». Pero lo que ha hecho ha sido proyectar ese miedo o esa emoción a veinte personas más –y de rebote a miles–, ya sea de forma consciente o inconsciente. Si una persona no lo reenvía, se siente culpable por ello, y en consecuencia enferma, ¿quién es el responsable? Si tú has participado de alguna manera, por mínima que sea, debes asumir parte de la responsabilidad dentro de tu programa, y has de saber que con esa acción has generado una deuda y un karma.
Si nos envían algún correo en cadena, no debemos ni creerlo ni aceptar ninguna responsabilidad, excepto la de cortar dicha cadena, que puede contener creencias o palabras que siembran temor y daño. Personalmente yo respondo conscientemente a la persona que me ha enviado el correo para que sepa lo que acaba de hacer y de paso la invito a que vea mis vídeos sobre el karma. La palabra escrita o pronunciada tiene la misma fuerza que el propio pensamiento. Por esta razón debemos ser en todo momento conscientes de lo que pensamos, lo que decimos y lo que escribimos. Esto debe aplicarse a mí en dos sentidos: como persona y como autora, ya que debo procurar que todo lo que escribo sea un beneficio para quienes me leen y no una carga.
La Ley de la Compensación nos aporta lo que nos pertenece.
(Del libro Aprende a ser tu maestro de Suzanne Powell)



Cuando hacemos planes mentales y tenemos una idea tan clara de lo que queremos, apuntamos a esa dirección sin apego al resultado, dejándonos fluir y sintiendo alegría y pasión por esa meta, por ese objetivo. La mente puede tener mil ideas claras, y si nos rendimos a nuestro Ser para vivir una experiencia superior, las Solo desde el control de nuestras emociones, desde la serenidad y la calma, podemos elegir. Sentémonos, respiremos hondo y preguntémonos: «¿Qué es lo mejor?». Y desde ese estado de quietud es fácil encontrar la solución. Si no surgiera en ese mismo instante, nos levantaremos y nos distraeremos con cualquier otra cosa, y cuando menos lo esperemos, aparecerá la idea correcta, la luz apropiada y la respuesta precisa. De hecho, para cada problema que tengamos, hay un mínimo de diez soluciones. Solo debemos estar atentos y saber descifrar las señales, los avisos y los mensajes ocultos en cada realidad presente.

martes, 26 de enero de 2016

El ser multidimensional Del libro el Reset Colectivo de Suzanne Powell

El ser multidimensional
Del libro el Reset Colectivo de Suzanne Powell

¿Cómo ser humanos conscientes? ¿Cómo ser humanos? Hay que saber primero qué es un humano. Ser humano no es fácil. Sobre todo cuando contemplamos de dónde venimos. Entramos aquí desde las más altas esferas, de altas dimensiones, y nos metemos en un cuer- pecito muy apretadito. Cuando pensamos que llega un ser a este mundo y tiene que meterse en un cuerpecito de bebé, eso debe costar. ¿Y qué hace un bebé todo el día? Aparte de llorar, aparte de hacer sus necesidades, aparte de mamar la tetita de su madre si tiene suerte. ¿Qué hace? ¡Dormir! Necesita dormir, porque necesita ese tiempo para poderse adaptar a ese cuerpo físico.
Cuando un ser decide llegar a este mundo, toma una decisión consciente para encarnarse en un cuerpo físico. Eso es un ser, es un ser divino, un ser multidimensional, y ese fractal al final del camino, es su cuerpo en la tercera dimensión.
Un cuerpo en la tercera dimensión significa que se puede medir, se puede pesar, se puede tocar, es real en esa dimensión. El ser elige a la madre. Durante el embarazo de la madre, el bebé entra y sale, va y viene para ir reconociendo su cuerpo físico a medida que crece. Únicamente está dentro de mamá a ratos, cuando mamá nota que ese bebé se mueve y da sus primeras pataditas. En ese momento está dentro de la madre.
El bebé pasa la mayor parte del tiempo, sobre todo durante los primeros trimestres, fuera del cuerpo de la madre. En el momento del parto, cuando el bebé es expulsado del cuerpo de la madre, es cuando el alma, el espíritu se incorpora en el cuerpo físico, y en ese momento se convierte en un ser completo viviendo en nuestra dimensión.

lunes, 25 de enero de 2016

Un Ejercicio que te ayudará en la Creación Deliberada (Del libro La ley de atracción de Esther y Jerry Hicks)

 Un Ejercicio que te ayudará en la Creación Deliberada

(Del libro La ley de atracción de Esther y Jerry Hicks)

Coge una hoja de papel y escribe al principio del anverso y el reverso lo que quieres. Ahora vuelve al anverso y debajo de lo que has anotado, escribe " Estas son las razones por las que quiero esto..." Escribe lo primero que te venga a la cabeza, lo que te fluya; no lo fuerces. Y cuando no se te ocurra nada mas, es que de momento ya has terminado.

Ahora gira la hoja y escribe al principio del reverso " éstas son las razones por las que creo que tendré esto..."

Una cara de la hoja ensalza lo que quieres ( la primera parte de la ecuación de la Creación deliberada). La segunda cara ensalza tu creencia de que lo conseguirás ( la segunda parte de la ecuación). Y ahora que te has enfocado en lo que quieres y que has activado la vibración de ambas partes de la ecuación, estás preparado para recibir la manifestación de tu deseo, pues has cumplido con ambos aspectos del proceso Creativo. Lo único que hace falta es lo que quieras - y que sigas esperándolo hasta que lo tengas- y será tuyo.

 




miércoles, 20 de enero de 2016

Cómo salimos del cascaron? - El despertar- (Del Libro El Reset Colectivo de Suzanne Powell)

Cómo salimos del cascaron? - El despertar-
(Del Libro El Reset Colectivo de Suzanne Powell)

Después de tantos maestros, mensajes, información y tantas enseñanzas, no hemos logrado despertar. Estamos muy apegados, cerrados en nuestro sueño, nuestra vida, como si estuvieramos dentro de una cáscara.
Como se puede romper esa cáscara? Hay dos caminos: el camino de la espiritualidad, a través de la meditación, el estudio y el servicio, yendo hacia adentro y no buscando afuera. Buscando esos cinco minutos al día para escucharnos, para encontrarnos con nuestro ser verdadero, nuestra escencia, nuestra chispita de Dios, nuestro ser superior, como dicen algunos.
O el camino del sufrimiento, el cuál puede manifestarse a través de una enfermedad, discapacidad, desastres naturales, cataclismos, accidentes.
Cuantas personas han tenido un gran sufrimiento que luego se ha convertido en un despertar? Muchas personas, después de un accidente, han experimentado con plena consciencia durante una crisis o una enfermedad.
Es el momento para cuestionar nuestras creencias, romper esa cascara que nos envuelve, saltar esa pecera, descubrirnos a nosotros mismos, eliminar las etiquetas, salir del sueño, despertarse. Ya esta pasando a muchas personas alrededor del mundo.
El mismo Jim Carrey explica, en Eckart Tole Tv, que ha tenido una experiencia que llamamos la expansión de la consciencia, en el que uno se funde con el todo, vibra con el todo, se siente pleno.
Se quedó tan lleno de esa experiencia que sigue deseando volver a repetirla muchas más veces. Eso esta al alcance de todos. No hay que ser una persona muy especial, no hay nadie especial, todos somos únicos, cada uno tiene ese algo especial que le ayuda a conectarse con el todo. Sólo debemos esforzarnos un poquito todos los días para alcanzar nuestra plenitud.