Planeta Tierra
(Del Libro Vivir en la tierra de Matías De Stefano)
La
Tierra se ha convertido en un vórtice* donde todo confluye. Los
Mundos etéricos y físicos que existen en el cosmos, son sitios
donde los seres se desarrollan y preparan para algunos aprendizajes o
trabajos, misiones, a realizar. Las almas encarnan en los mundos
porque así pueden acumular la experiencia de los mismos, pero hay
momentos cruciales en los grupos álmicos, en los que todo debe
hacerse mucho más rápido, o momentos en que el aprendizaje debe ser
concentrado. La Tierra, como planeta que alberga tanta vida, es el
único a miles de años luz a su alrededor,
y es por eso que una enorme cantidad de almas en busca de
experiencia, eligen nacer aquí, o son enviadas a nacer aquí. La
Tierra es un vórtice de aprendizaje, un paraje para las millones de
almas en migración, un sitio único que permite aprender a un nivel
mucho mayor que en
cualquier
otro.
Sí,
el mundo que a veces desprestigiamos, es el mismo que nos da
prestigio, debemos estar orgullosos de este magnífico ser, nuestra
Madre, nuestra Hermana.
La
Tierra, como sabrán, también tiene Alma, pues es un ser vivo. Su
nombre es muy conocido hoy en día, Gaia. Y como todo ser vivo, nace,
muere, y reencarna, aprende, experimenta y tiene misiones que
cumplir.
Cuando
cumple sus misiones, cumple con lo que los humanos llamamos una
Iniciación, y las iniciaciones de la Tierra, son muy vívidas para
los que habitan sobre su piel. Los períodos geológicos y de
catástrofes, glaciaciones, cataclismos, etc., son las señales de
una iniciación, pues el cuerpo
de la Tierra está sufriendo un cambio general. Ella acepta a los
seres que eligen vivir en ella, y elige cuando es su momento de irse (extinción), por eso es un ser Sagrado, pues es sabia en su
determinación.
Sus
Rostros (continentes) nos enseñan cosas, nos dan pistas a seguir,sobre
el camino a tomar en la vida, sobre la energía que se desarrollará
en cada región.
Ella
es un Cuerpo que tiene sentimientos, dolores, alegrías, y que
sabiamente cuida y perdona a sus hijos, a sus hermanos. Su alma, como
todas las almas, es nuestra Hermana, por eso, la Tierra debe ser
vista como el par que es, como nuestra compañera, a la que debemos
apoyar. Se ha ganado el título de Madre, pues ha sido capaz de
alimentarnos, de cuidarnos y guiarnos con infinita paciencia. Ella es
un cuerpo que también enferma, y a sí sola se cura, de la misma
manera que hacemos nosotros.
Desmitifiquemos
el Calentamiento Global, pues es otra de las fiebres de la Tierra,
durante la cual usa sus glóbulos blancos, a los que conocemos como
“pestes”, y en su caso más grave,
regula su temperatura con frío, es decir, una
glaciación, el “paño frío en la frente”.“Desde
chico que admiro y dibujo a nuestra Hermana Tierra, la venero desde
mis pinturas y dibujos. Siempre me sentaba a ver las noticias con el
globo terráqueo que yo solo hice, y me pasaba horas mirándola.
También recuerdo que en mis arrebatos de energías densas, tenía
pensamientos de alegría
ante las catástrofes naturales, al ver que la tierra actuaba con su
fuerza para crecer y evolucionar, eliminando a las pestes humanas.
Hoy puedo verlo sin la ira que antes sentía, por el dolor que me
provocaba ver el daño que causaban a mi Hermana...”
Para
entendernos a nosotros mismos, debemos ver más de cerca a la
Tierra...
Ella
tiene piel, su corteza, a veces se enferma, y tiene parásitos.
También equilibra su cuerpo con la misma cantidad de agua que los
nuestros, y posee un interior más caliente donde están sus órganos
y sus más preciados
motores, los cristales y el núcleo. Tiene venas de agua, roca
fundida, y energía, similares a nuestros nervios. Posee columna
vertebral (las
cordilleras y cadenas montañosas) y a través de ellas atraviesa la
energía que marca el poder de los pueblos y los continentes dando
vida a su paso, la Kundalini de la Tierra, energía de vida...
Observemos
a la Tierra... ¿no es acaso como nosotros?
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